pero aquí estoy, sobre mi pedestal partido por el rayo
vuelta estatua de arena
puñado de cenizas para que tu inscribas la señal
los signos con que habremos de volver a entendernos
olga orozco
a mi madre, raquel arouxet
vinieron los ángeles no se trató sin embargo de una visita amistosa uno recortaba su silueta celeste a los pies de mi cama hubo espasmos tironeos venían por mi alma y ésta subía y bajaba a través del cuerpo resistiéndose a salir levantaron una columna de fuego querían asustarme yo soy la fuerza fui repitiendo con la voz quebrada de las apariciones los rojos adquirieron consistencia cierta viscosidad o luminiscencia en el humo de la noche yo soy equilibrio invoqué por las dudas un vapor tornasolado me conmocionaba el rostro apreté los dientes me tapé la cara con la almohada como si un tren se hubiese detenido en medio de la pampa el alma volvió al lugar convenido quedaron sobre el acolchado canutos descoloridos algunos botones del viejo costurero cosas de la batalla
cómo echar llave en una casa sin puertas el jardín selva inexpugnable televisión encendida crujido de motores ella ordenaba el caos ella me quería de su lado y no supe no pude lo aprendí más tarde el gesto de la abuela cerrando las persianas la siesta delantal cargado de naranjas la jaula vacía los perros el cuarto de planchar no quiero salir no voy a bañarme no debajo de la mesa el mundo es otro mundo la oscuridad huele a alcanfor escribo contra el miedo
ah si tu madre era una reina el aliento del mundo se detenía a su paso y era su boca el cielo y el infierno confundidos la noche del baile tu padre llegó a la madrugada oí entre sueños el runrún de la dkw me despertó agitado conocí una francesita dijo y yo que le leía el peso del alma en la pisada supe que los dioses lo habían elegido la estrella del rockabilly cedía su puesto ahora los mortales tendrían una chance
el jugo oscuro de la zarzamora escurriéndose en la boca hablo con la señora del espejo le cuento del ala de mariposa que encontré bajo la piedra y ella ríe con sus labios violáceos su vestido verde la mano hacia atrás se alimenta de polen igual que las abejas o de los frutos rojos del ligustro quiere que vaya más allá del reino al otro lado de la calle una ofrenda de frutos y bolillas del paraíso para permitirme el paso
el jardín delante de la casa el silencio de la siesta en un pueblo de provincias
un tazón de lluvia el suave alcanfor de la tarde y una corteza seca asisten a la última floración del cactus
navío o deslumbre una hormiga en viaje el mantel tendido sobre el pasto
las palmas sobre la tierra verde estambres que propician la memoria del mar una mariposa posada en su sombra anuncia la llegada del rey colibrí
agua que cesa sobre los techos ojos untados con almizcle un arpegio antiguo crece entre las adelfas
a meri siempre le brillan los ojos como si acabara de llorar mira con asombro como su gata briqueta a través de la ventana meri cose porque la abuela cose telas a lunares festones parches con hilos de color cuando la abuela llama desde la pampa hay debajo de sus párpados dos hojas de gomero lustradas por la lluvia cuando meri llama desde buenos aires chila vuelve a verla sentada en un banquito de madera vistiendo a la muñeca con un retazo de pañolenci azul
caía la tarde el hijo del patrón vino preguntando si precisaba ayuda suspendido de un gancho del techo con las patas a cinco centímetros del suelo estaba el alazán comiendo alfalfa en cuarenta días volvió a caminar el terrón de azúcar más que el premio paseando despacito por las quintas lejos de la gloria
será jockey como su padre mejor que su padre mingo torterolo pondrá al paisito en la gran boca del mundo dos años apenas y ya te ataban a la grupa de un petiso para que te vayas haciendo después alaska la yegua blanca patas firmes ojos dulcísimos y la ovación del hipódromo de maroñas las aguas ondulantes del río de la plata los parientes de la otra orilla las primas de sombrilla y abanico esbeltas como juncos y vos apenas metro y medio treinta y dos kilos pero no sobre alaska o imperio desde el lomo de un caballo el cielo es otro cielo y las mujeres se cautivan con tu estampa el jockey oblea dicen los diarios la promesa oriental rezan algunos y la fama es un pase libre a la noche porteña al tango en los suburbios a la amistad del zorzal a la tournée de buenos aires o parís las mujeres cautivadas y vos apenas metro y medio treinta y dos kilos los ojos dulcísimos de las primas esbeltas como juncos